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martes, 2 de julio de 2013

Derrota por Depresión


Tiembla, suda y su andar encorvado delata que algo no funciona bien, Daniel esta descontrolado, no sabe lo que le está sucediendo.
Una hora antes reponía energía en su elitista apartamento de la calle Princesa, cuando la placidez del sueño se turbó por un violento despertar.
Entre espasmos y calado en sudor, gritaba enajenado mientras sus manos aplastaban sus orejas intentando atenuar un zumbido que solo existía en el interior de su cabeza. Recordó el sueño, se encontraba rodeado de rayos fosforescentes que se cruzaban estrellándose contra paredes blancas que se volvían negras tras el impacto, destructivas explosiones por todos lados, mezcladas con gritos y sollozos; muerte.
Intentó recuperar el control reflexionando sobre lo que le pasaba pero no era capaz de construir ningún razonamiento, las ideas se desmoronaban y se alejaban hasta perderse en algún rincón de la mente. La inestabilidad emocional se acentuaba y, sin saber cómo, se encontró en la calle. La noche de verano era calurosa y la ausencia de Luna destacaba el negro del asfalto de La Gran Vía. Corrió agazapado hacía Plaza España, intentando calmarse, relajarse, colocar su mente en el equilibrio adecuado; pero no lo ha conseguido, se detiene a la altura del hotel Washington, no dobla la calle, asoma su cabeza furtivamente por la esquina, reconoce el terreno, se asegura de que nadie le sigue y gira por General Mitre, merodea, olfatea, ha aflorado el animal que lleva dentro restándole consciencia racional, no son buenas noticias para quién se interponga en su camino, desgraciadamente el individuo con el que se cruzará 18 pasos más tarde lo ignora.

Los duros entrenamientos han finalizado, la fase de monitorización y seguimiento de la reeducación neurológica ha dado los resultados positivos esperados, el Dr. Caster está satisfecho, en unos segundos comunicará a Daniel San su misión.
Con él aviso de llegada de Daniel, el Dr. regresó de sus pensamientos.
-       Adelante Daniel  —se inicia la comunicación mental— hoy es tu última noche en la base, mañana estarás en Madrid, España.
-       Se acabó la instrucción —no había lamento alguno, solo complacencia— estoy preparado para dejar el ambiente propicio de la base y enfrentarme a ese clima tan extremo.
-       A pesar de que tu cuerpo está preparado para ese cambio tan radical recuerda que el final del día es el más adecuado para nosotros, las temperaturas descienden y la luz se atenúa con lo que nuestros sentidos funcionan a la perfección —no estaba de más recordarle a Dan la situación más favorable para él—
-       La diferencia con nuestro clima original es muy grande… parecía imposible la rápida adaptación —Dan reflexionaba en voz alta, hasta que se dio cuenta de que no debía dudar—
El dialogo mental se realizaba en el centro de la Sala Oren (nombre en honor al sistema planetario del que son originarios y al de su planeta) de pie y frente a frente. El doctor dejó de mirarle y se giró hacía el panel que mostraba una vista aérea de Madrid dando pasó a la comunicación verbal, sorprendiendo a Daniel por ese repentino cambio.
-       1.685 soles de preparación técnica y las modificaciones en tu piel, garantizan el éxito —el Dr. interpretó las dudas de Dan como los nervios del primer enviado— Daniel tu misión consiste en infiltrarte en unos de los centros de poder de España, deberás sustituir al Presidente del Grupo Era, el grupo de comunicación más influyente del país. Todo está preparado, las instrucciones e información están aquí —le hace entrega de un pequeño cilindro— Solo falta que te implanten el intercomunicador y los filtros solares para tus ojos. Recuerda que eres un eslabón de la cadena del que depende nuestra raza.

Los ojos enrojecidos de Dan no dejan de escrutarle, si el desconocido no levanta la vista del suelo tendrá una oportunidad de salvar su existencia.
El anónimo viandante introduce su mano derecha en el bolsillo como si buscara alguna cosa y mueve la cabeza, lo suficiente para que Dan crea que le ha mirado, penetra en su mente y… ya no existen dudas, sucederá.
Sólo quedan tres pasos, el individuo se ha detenido mirando a Dan con la malévola sonrisa de creerse en superioridad, un largo y estrecho objeto que brilla en la oscuridad así lo refrenda. Dan ha interpretado el desafío, las mandíbulas prensan sus dientes y los latidos de su corazón ascienden hasta sus ojos.
Se inicia un breve monólogo:
-       Tío dame todo lo que lleves encima o probarás mi machete.
En menos de un segundo la mano izquierda de Dan inmoviliza el antebrazo armado del atracador y su diestra se lanza hacia la garganta provocando un ruido sordo. Al extraer la mano se rompe el equilibrio, el ajusticiado cae entre mortales espasmos que cesan al disminuir el caudal de la sangre.
Aún jadeante Daniel observa el resultado de su ira —¿Por qué?— grita sin control —Hubiera bastado desarmarlo… ¿qué me sucede?—
La repentina lucidez le permite iniciar una comunicación a través del comunicador integrado en su oreja:
-       Ben Caster al habla. ¿Qué ocurre, Daniel?
-       Ben… he perdido el control… he matado a una escoria, por favor…
-       Dan no te muevas del lugar, tengo tus coordenadas. En dos minutos te recogerá una unidad de limpieza y se encargará de todo.
120 segundos más tarde, la unidad aterriza en silencio. Por la rampa de la aeronave descienden dos enormes personajes embutidos en trajes blancos, provistos de una especie de escafandra cuadrada, El primero le saluda y el que está detrás también levanta su mano izquierda pero desde la derecha emerge un fulgor que impacta en el pecho de Dan derribándole. Pensamientos inconexos penetran en su mente mientras sus ojos se cierran, le han sedado.

El primer día en Madrid fue inolvidable para Daniel. Tomó posesión de su apartamento en un edificio de la calle Princesa, muy cercano al centro de la ciudad y a pocos metros de las oficinas del Grupo Era, donde ejercería de presidente en pocas horas.
Asomado a la ventana observaba a su chofer en el interior del vehículo negro que utilizará para moverse por la ciudad, un tipo fornido y musculoso con más pinta de guardaespaldas que de conductor.
La noche comienza a abrirse paso. Con el corazón ligeramente acelerado recogió su maletín y se dirigió al ascensor que bajaba directo a la calle. El atento chofer le abrió la puerta —Buenas tardes Sr. San— no recordó su nombre por lo que asintió con la cabeza. Se acomodó en la parte posterior desde donde visualizaba las pantallas de TV de su Grupo Empresarial.
-    Sr. San, la cajita de la mesa es para Ud., contiene un tablet con la lista de invitados con enlaces a sus biografías y su discurso. El protocolo de saludos y la distribución de las mesas para la cena.
- Gracias Tomás —recordó el nombre— Veo que se ha modificado la presencia del representante de la Familia Real.  
-       Efectivamente Sr., el Rey no quiere perderse ningún sarao.
Encendió el tablet y el destino ya se observaba a través del parabrisas. El Hotel Palace estaba fuertemente iluminado, un reguero de hombres de negro creaba un círculo alrededor de él, que solo se rompió para dejarlos pasar iluminados por los flashes de los fotógrafos, en ese momento Dan volvió a experimentar un pequeña angustia similar a la que había sufrido al salir del apartamento. En el descenso por el garaje aprovechó para revisar la lista de invitados… Presidente de Gobierno y Señora, el Presidente del Congreso de los Diputados, los 3 secretarios de los partidos políticos más influyentes, el Embajador de los EEUU, el de Alemania, el Presidente del Tribunal Constitucional…
Sintió una opresión en su garganta que le dificultaba levemente  la respiración  —los nervios del momento— se dijo para si.

La mesa del doctor Caster es un galimatías. Rodeado de pantallas holográficas repasa los acontecimientos, el caso de Dan es el decimo que se produce en los últimos 30 días, es evidente que los tratamientos de psicoterapia no han funcionado.
La ficha de Daniel se destaca en primer plano mostrando los resultados positivos de los test post tratamiento, el margen de error es inexistente y el comportamiento monitorizado en los dos siguientes meses no produjo ninguna alteración neurológica. El doctor presiona el vértice superior de la holopantalla central y vuelve a visualizar las anomalías de Dan. Sus dedos se mueven con rapidez, minimiza todos los archivos abiertos y los arrastra hacia el centro, fusionándolas con la ficha de Dan. La base de datos vinculada tardará unos segundos en realizar las comparativas, Ben repasa mentalmente algunos detalles intentando adelantarse a los resultados, sus cálculos se interrumpen por la entrada de una comunicación vía urgente.
-      ¿Qué ocurre Ben? –El responsable de la misión Slium irrumpe bruscamente. La preocupación es patente en su rostro– Todos nuestros esfuerzos para introducirnos en esa sociedad están en peligro.
-       John, ignoramos qué sucede, el tratamiento fue realizado correctamente, los resultados a su finalización, perfectos, la monitorización de 60 días no desveló errores… no obstante … –la pantalla central muestra los datos solicitados–
-       ¡Vamos doctor! ¿Qué pasa?
-       He realizado una comparativa entre Dan y los otros 9 casos de descontrol neurológico y… parece que hay modificaciones en el hipotálamo de Dan y… comparado con los otros casos… ¡la analogía es del 98,7%!
-       ¿Esa modificación es la causante del cambio de conducta de los enviados?
-  En una altísima probabilidad y… hay más, el aumento de la temperatura corporal, la inapetencia sexual, la descompensación en el sueño, la mínima ingestión de alimentos y líquidos… se producen en todos los individuos, como un patrón.
-   Ben suspende la misión y mantén a todo el equipo inoperativo hasta que encontréis una solución, envíame un informe con las comparativas, me reuniré  con el Comisionado para notificarle la nueva situación.
Fin de la comunicación.

El planeta de destino para el equipo de enviados del Dr. Caster era Slium. Habían tenido suerte, Slium era un planeta que cumplía todos los requisitos de habitabilidad necesarios para su raza, aunque se precisarían 8 ó 10 generaciones para que la  adaptación fuese perfecta, las temperaturas eran mucho más altas y la luz más duradera que en Oren ya que la proximidad a su estrella era menor, mientras tanto con la ayuda de implantes en la piel, los filtros para los ojos y nariz podrían soportar el clima extremo de ese planeta.
No obstante su reto era algo diferente al resto de equipos de enviados, ninguno de los 25 equipos tenía ningún impedimento especial para establecerse en sus respectivos destinos, que no pudiera resolverse con tecnología, esfuerzo y tiempo, tal vez en algunos de ellos se debía modificar la atmósfera del planeta seleccionado, en otros construir bóvedas por debajo de la superficie… nada que en 1.000 años no se pudiera realizar, pero para el equipo del Dr. era distinto, Slium estaba habitado y no podían llegar allí, aterrizar y saludar. Slium disponía de una atractiva situación que sirvió para ser elegida como destino: su estrella todavía era muy joven, no como la que alumbraba y daba vida a Oren que había empezado la regresión y a pesar que la fecha de ejecución era indefinida se sabía que no duraría más de 1000 años.
El análisis de sus habitantes resultó ser la de una raza bastante primitiva tecnológicamente hablando, acababan de descubrir los viajes espaciales y, además, eran muy inestables mentalmente dando lugar a numerosos conflictos bélicos entre ellos. No se podía realizar una invasión con guerra y exterminio, ese era un planteamiento descartado para el estadio de evolución de los habitantes de Oren. Había que utilizar otro método, la sustitución paulatina de los centros de poder y decisión en el planeta para conseguir un cambio de mentalidad que favoreciera la llegada de los orenitas como raza superior, una vez culminada la primera fase se sometería a los sliumnitas para que trabajaran en lograr que el cuarto planeta del sistema, Redum el planeta rojo, se convirtiera en habitable en menos de 600 años, como premio les cederían tecnología con la que evolucionarían a niveles impensables en poco tiempo.

El abatido Ben seguía dándole vueltas, todo había sido preparado al límite de la perfección, revisado y simulado ante cualquier incidencia que se pudiera producir, y ahora, se habían alejado del objetivo.
Por espacio de dos días, por mar y aire, fueron llegando vehículos de transporte a la base antártica con los cien mil doscientos cincuenta integrantes de la misión.
Volvían al ambiente que más se asemejaba al de su origen donde las temperaturas eran más bajas y la luz menor que la existente en la superficie. Quedaban atrás los meses de duro entrenamiento y largas sesiones de reeducación neurológica para soportar las duras condiciones del planeta.

Transcurrieron varios meses en los que el doctor Caster, junto a sus equipos médicos y técnicos, desmenuzó todos los datos, los analizaron hasta donde el conocimiento les permitía, volvieron a reeducar a los 10 afectados, desarrollaron nuevas técnicas y mejoraron ligeramente las anteriores.

Ben ya dispone de los resultados finales e irrefutables a sus investigaciones, convoca una reunión al más alto nivel en la que explicará las modificaciones necesarias para culminar la misión. La presión de la situación ha hecho mella en su mente privilegiada, es consciente que el futuro de su especie y de los sliumitas depende de su comunicado, de su capacidad de convencimiento para que se descarte la imposición por la fuerza y no se genere una guerra abierta con los habitantes de Slium.
A la hora prevista, todas las holopantallas programadas muestran su rostro compungido. El destello verde le anuncia que puede empezar su comunicación.
‹‹Estimados compañeros, en los últimos meses, los grupos de trabajo se han esforzado en encontrar una vía correcta para el tratamiento a la depresión agresiva que pueden sufrir nuestros enviados. Las psicoterapias psicodinámicas y las terapias de conducta… han sido descartadas, el resultado ha sido tajante: no existe alternativa, no hay solución.
La depresión puede aflorar meses después del tratamiento y posterior seguimiento. El hipotálamo sufre modificaciones que alteran el comportamiento del sujeto generando una agresividad irrefrenable que solo se estabiliza, por corto espacio de tiempo, una vez consumado un acto extremadamente violento.
El resultado de nuestros estudios aclara que el método que hemos utilizado hasta ahora no es fiable al cien por cien –Realiza un corto silencio para reforzar las palabras siguientes– La pugna entre el inconsciente y la esfera consciente no desaparece con las terapias, sino que se aletarga para aflorar violentamente más tarde, cuando la monitorización ya no existe. La batalla generada entre los dos “yo” del individuo, desemboca en la anulación de su racionalidad.
La alteración de nuestras normales condiciones de vida, es decir, las diferencias entre nuestros ciclos luz – oscuridad / frio – calor y los de este planeta, deben tratarse de forma distinta… con la administración de inhibidores selectivos de forma oral y diaria. Los tricíclicos son la solución adecuada para el tratamiento de la depresión agresiva, aunque el efecto colateral es grave, la ralentización de asimilación y acción de nuestros cerebros…

Señores, ya no somos superiores a ellos, todo lo contrario, la perdida de nuestra ventaja mental y la imposibilidad de manejar su voluntad provoca un cambio estratégico para conseguir el objetivo en nuestra misión… de Invasión silenciosa a… Convivencia››

1 comentario:

  1. Se podría deducir que el rango de violencia expresado en los humanos es probablemente resultado de un proceso similar? Particularmente en el caso de los psicópatas?
    O quizá nuestra violencia es menor que la que muestran sus "scouts" por haber evolucionado aquí?

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