PARTIDA
La estancia en la Estación Espacial Internacional ha sido breve pero intensa. Cuarenta y ocho horas de preparación y repaso de
todos los protocolos
de actuación, así como ensayos de lanzamientos de los arpones y sujeciones.
Estoy preparado
para afrontar la misión.
Ulyana, Danilo, Eva y Huang me han ayudado. Ellos son los
habitantes de la Estación que más
tiempo llevan en el espacio, mil doscientos treinta y ocho días, una gran gesta
como la que yo espero realizar.
Los preparativos
para mi marcha han empezado esta mañana. La secuencia de desacople de mi nave,
La Meteor One, ya se ha iniciado, me
quedan menos de treinta minutos para partir hacia Jack, el asteroide capturado en el cinturón principal de asteroides
y trasladado a la órbita lunar.
He pedido a mis
compañeros soledad para poder buscar
el máximo de concentración. Ellos han comprendido mi petición y me han dejado
en la cámara de descompresión, preparado para embarcar.
En realidad, no es
concentración lo que busco.
Esta mañana, al
despertar, he notado unas nauseas que no tenía desde las primeras veces que
salí al espacio, y de eso ya hace unos cuantos años.
Intento no pensar
en ello. Cierro los ojos y quedo prisionero de la oscuridad. Intento volver a
abrirlos, pero no soy capaz, una fría brisa recorre mi nuca y extraños sonidos
llenan mis oídos.
—“¿Sonidos y
vientos en el vacío?” Mi corazón se acelera.
“¿Qué me pasa?” Mis
palabras retumban en mi cabeza y mis ojos se abren. Intento acompasar mi
respiración.
“Tal vez me he
quedado dormido y he tenido una pesadilla. Sí, será eso”.
Me acoplo el resto
del equipo. En dos minutos estaré en el espacio.
Luces verdes y
parpadeantes aparecen en las pantallas del casco. Es la hora de partir.
—Adiós chicos,
gracias por todo.
—Suerte John. Te esperamos de vuelta en setenta
y dos horas. —La comandante Ulyana me
habla en nombre de todos.
—Centro de Control,
¿me recibes?
—Alto y claro John… Iniciamos la cuenta atrás.
La secuencia de
desacople se efectúa con éxito y todo se desarrolla con normalidad.
Reviso luces,
básicamente eso, luces de colores, ninguna ha de cambiar de verde o amarillo a
rojo. La única luz roja permitida es la que indica proximidad con la Estación y pronto pasará a verde.
—¡Ya!
Activo los motores
de propulsión y me dirijo hacia Jack.
La misión se está
desarrollando según lo previsto. Las comprobaciones de todas las funciones son
correctas.
Casi todo va bien.
¿PROBLEMAS?
—¿Nos oyes, John?
—Perfectamente,
control.
—A tu paso por el
punto de Lagrange L1…
hemos perdido comunicación con la Meteor
durante diez segundos.
—… Ni siquiera lo
había notado, control. —Intento restar importancia a la situación.
—Al reconectar
hemos recibido la monitorización de tus constantes… ¿te encuentras bien, John?
—… Perfectamente,
control.
—John, unas ligeras arritmias, aumento de
temperatura corporal y una subida arterial… nos obligan a suspender la misión.
—Debe haber un
error, volved a comprobar lecturas Control… Me encuentro perfectamente para
seguir con la misión. —Miento.
—Ok, John, danos unos segundos…
Rememoro los
momentos anteriores.
Una corriente de
aire imposible y algo parecido a unos sollozos lejanos fueron el preludio del espasmo
acompañado de un breve vahído.
La comunicación con
el Centro de Control me devuelve a la realidad.
—John, las lecturas son normales… no
entendemos las lecturas posteriores a la reconexión.
—… Ok, Control.
—Seguimos con la
misión, John… confiamos en haber
subsanado el error… de los equipos de monitorización.
¡PROBLEMAS
TEMPORALES!
Jack se visualiza con total nitidez. Los restos de la captura y
transporte del asteroide a la órbita lunar han desaparecido. La gran bolsa
inflable ha dejado al descubierto los siete metros de diámetro y las 500
toneladas de agua, compuestos de carbono, silicatos y metales. Todo ello
permitirá mantener autónomamente la base espacial tripulada en órbita lunar
gracias al oxígeno y al combustible obtenido del asteroide.
—“Unas pesadillas
no van a abortar la misión. La Nasa ha gastado mucho dinero y un fracaso
castigaría el prestigio y, sobre todo, penalizaría el exiguo presupuesto del
que disponemos”.
—Control, total
visualización de Jack.
—Ok, John… inicia la secuencia de
aproximación.
—Iniciada.
—John, la secuencia de aproximación
durará quince minutos… revisa el funcionamiento de los arpones y las
sujeciones.
Mi trabajo sigue
siendo simple.
El asteroide no es
una masa rígida y compacta, no es posible usar sujeciones o arpones en
cualquier lugar. Para fijar a los robots extractores hay que visualizar y
comprobar los lugares más estables, alejarlos de las zonas con más agua y
compuestos de carbono y llevarlos a las zonas de máxima concentración de
metales, sobre todo de hierro, con el fin de acoplar una pequeña estación de
extracción y preprocesado de metal, que se encuentra orbitando a Jack.
—Control… las
comprobaciones son correctas y la simulación de disparo y fijación… también.
—John… la última palabra no la hemos
entendido.
—Todo correcto,
control.
—Ok, John. Tenemos
unas interferencias… vamos a realizar unas comprobaciones.
—¿John?
—A la escucha,
Control.
—Las comunicaciones
comenzarán a fallar por… unas ligeras perturbaciones debidas a la actividad
solar de las últimas horas. Duración aproximada diez minutos… El proceso está
automatizado y no debes preocuparte de nada… solo de visualizar las zonas
señaladas… Interrumpimos las comunicaciones durante esos diez minutos.
Un escalofrío
recorre mi espina dorsal y me pone en alerta.
Este fallo de
comunicaciones no estaba previsto y me quedo solo junto al silencio. Percibo
que mi respiración aumenta en sonido y frecuencia. El aire que se introduce en mis
pulmones parece pasar por mi cerebro con un ritmo mucho más sonoro que lo que
en realidad debe ser. El sonido aumenta y aumenta.
Repaso la monitorización
de mi cuerpo en cabina. El ritmo cardiaco ha aumentado a 97 pulsaciones por
minuto y la temperatura corporal se ha incrementado hasta alcanzar los 37,4º.
Las alertas de la pantalla amenazan con pasar del amarillo al rojo sangre.
—“¡He de resistir!
El entrenamiento servirá”. —Cierro los ojos. Inicio técnicas de relajación y
respiración hasta que consigo regularizar el ritmo cardiaco. Pasado un minuto
los abro. La normalidad regresa: 64 pulsaciones por minuto y 36,9º.
—”¿Qué cojones me
pasa?” Si hablo, todo quedará registrado en la grabación de cabina y eso
abortará la misión definitivamente.
¡Otra vez! Comienzo
a hiperventilar. Desde mis axilas y frente mana abundante sudor. Siento presión
en el cráneo y tras los ojos. Me gustaría quitarme el casco, pero no es
posible. Activo la refrigeración interna y no consigo quitarme la sensación de
agobio. Mi respiración vuelve a ser más sonora. Repito las técnicas de
relajación aprendidas, cierro los ojos, inspiro profundamente y espiro
despacio. Repito el proceso hasta tres veces más.
Intento abrir los
ojos, pero no puedo, vuelvo a enviar la orden a mi cerebro y sigo ciego. Mi
corazón se acelera. Me cuesta respirar.
He de tragarme la
bilis amarilla del pánico. Agudizo el oído. Unos susurros imposibles, similares
a llantos de bebes, me llegan lejanos.
Noto una fuerte
aceleración que me hunde en la silla y una presión en el pecho que me altera
todavía más.
A través de los
párpados, percibo luces de colores acompañadas de sombras grotescas.
Escucho sonidos descompasados
y un trueno, un gran trueno, pero, ¡en el espacio no hay ruido! Me estoy
volviendo loco.
No siento ni pies,
ni brazos. Suplico, ordeno a mis ojos que se abran. No obedecen.
Las explosiones se
acercan, las luces son más intensas, las sombras están más presentes y los
llantos desesperadamente cercanos.
Noto una brutal
taquicardia y vértigo. Me siento como si fuera absorbido por un agujero sin
fin. Las náuseas están a punto de desbordarse. ¡Me voy a ahogar en mis vómitos!
Voy perder el
conocimiento.
Mi corazón va
estallar. Mi cerebro funciona intermitentemente. Me preparo para morir.
Mis ojos se abren.
El silencio es absoluto y el espacio infinito.
-Control, ¿me recibes?… Control, ¿me
recibes?
El reloj de cabina se ha estropeado, dice
que la última comunicación con Control fue hace mil doscientos años.
Mantiene la tensión hasta el final por cierto muy buen final.Mala muerte para nuestro astronauta...o no?
ResponderEliminarGracias por leerlo y opinar, Luis.
EliminarLa verdad es que en el relato original y completo no muere pero no me acaba de gustar... igual continua, o no.
Muy bueno y el final de película.
ResponderEliminarGracias por leerlo y opinar, Luis.
EliminarUn blog diferente
ResponderEliminarescribes con ganas
me he quedado un rato por aqui
felicitaciones
Muchas gracias por leer el blog y por tus comentarios.
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